
Espacio
Espacio
Me encanta la palabra "espacio". Es una de esas palabras que pueden llenar un cuarto vacío o abrir una ventana en una mente saturada. ¿Quién no ha sentido alguna vez que necesita más espacio? Más espacio en su casa, en su agenda, en su corazón. Más espacio para respirar, para moverse, para simplemente ser. Cada vez que la pienso, la digo o la escucho, siento cómo se expande algo dentro de mí. No en tropel, sino mansamente, como un suspiro profundo que despeja y renueva. Tal vez porque, en el fondo, "hacer espacio" es uno de los actos más poderosos y a la vez más subestimados que podemos practicar.
En estos días, mientras leía a Seligman y pensaba en Mia, me di cuenta de que el verdadero desafío no es solo abrir espacio, sino protegerlo de las trampas del "solo". Porque cuando decimos "solo hacer espacio", como si fuera un gesto pequeño o sin esfuerzo, nos olvidamos del poder transformador que tiene.
Hacer espacio no es vacío. Es aire cuando sientes que tu día se vuelve sofocante, es amplitud cuando la rutina se vuelve estrecha, es respiro cuando todo parece comprimirse y necesitas un momento para recordar quién eres. Es soltar lo que ya no sirve, como quien limpia el jardín para que las nuevas semillas puedan crecer. Es deshacerse de lo viejo e inútil —no porque no haya tenido valor en su momento, sino porque ahora ocupa el lugar de lo que está por venir.
Es también resistir la tentación de llenar cada silencio, cada momento de incertidumbre. Es dejar que aparezca la verdad, sin apresurarla, sin moldearla a nuestra imagen. Es permitir que lo nuevo, lo inesperado, lo aún no nombrado, encuentre su forma, como dejar un cuaderno en blanco para que las nuevas ideas puedan encontrar su camino sin presión.
Hacer espacio es despejar el cielo para que se vea el sol, como abrir las ventanas después de una tormenta y dejar que el aire fresco limpie lo que quedó estancado. Es abrir los brazos para que lo posible nos encuentre, es soltar el control para que la vida fluya con toda su fuerza.
Hoy, elijo hacer espacio. Para Mia, para mí, para todos los que sienten que sus posibilidades son más grandes que las etiquetas que les ponen.
Porque a veces, lo más poderoso que podemos hacer es, simplemente, dejar que lo posible suceda.
¿Y qué es lo que se necesita para hacer espacio?
Deshacerse de lo viejo e inútil.
Lo que pesa, lo que ocupa sin sentido.
Esos patrones mentales que ya no nos sirven.
Las expectativas ajenas que se nos pegaron sin darnos cuenta.
Las creencias limitantes que se nos fueron colando casi sin permiso.
Como limpiar un rincón olvidado y encontrar espacio para lo que realmente importa.
Identificar las herramientas adecuadas.
Como encontrar las prácticas que nos devuelven la amplitud y el aire, como una ventana abierta después de un invierno largo.
Como crear rituales que nos recuerden nuestra propia grandeza, como encender una vela para marcar el comienzo de algo nuevo.
Como buscar los recursos que nos expanden y nos liberan, que nos devuelven esa sensación de ligereza.
Como reorganizar una agenda para incluir más tiempo libre y menos compromisos innecesarios.
Revisualizar el impacto.
Como proyectar el espacio que queremos habitar, imaginar el cambio que queremos ver.
Como sentir la amplitud que queremos experimentar, visualizar lo que aún no existe pero que puede ser real.
Como mirar hacia adelante con optimismo, como quien abre las ventanas para dejar entrar la primavera.
Como cambiar el ángulo desde el que miramos las cosas para encontrar nuevas soluciones.
Practicar el silencio.
Como hacer una pausa para escuchar el susurro del viento.
Como permitir que las ideas se asienten y se revelen sin empujarlas.
Como crear momentos de pausa para que el caos se ordene solo, como un lago que se calma después de una tormenta.
Cultivar la paciencia.
Como esperar a que una semilla germine sin apurarla.
Como confiar en que lo que tiene que surgir, surgirá a su tiempo.
Como saber que algunas cosas solo florecen cuando estamos listos para recibirlas.
Desafiar lo conocido.
Como salir de las zonas cómodas donde todo parece ya definido.
Como atreverse a explorar nuevas perspectivas, nuevas formas de hacer.
Como permitirse experimentar sin miedo al error, como un niño que aprende a caminar.
Sostener la apertura.
Como mantener el corazón abierto a lo inesperado.
Como recordar que lo posible siempre es más grande que lo planeado.
Como dejar espacio para las sorpresas y las conexiones mágicas, como cuando dos desconocidos se cruzan y se reconocen.
🌀 Lo que obtienes cuando haces espacio
Reconectas con lo antiguo y redescubres cosas que ni te acordabas que existían, como cuando encuentras fotos olvidadas en un cajón o notas de viejos proyectos que aún tienen algo para ofrecer.
Habilitas margen para maniobrar y experimentar más libre de obstáculos, como despejar el escritorio antes de empezar una nueva idea.
Pasas de la posición me rindo a la de voluntariamente renuncio a esto —y eso cambia todo.
Encuentras nuevos lugares para acomodar y eso te trae una imagen nueva de lo mismo, como reorganizar los muebles y descubrir que tu hogar tiene rincones que nunca habías notado.
Dejas de insistir en rutinas que ya no funcionan, liberando energía para nuevas posibilidades.
Sueltas expectativas que te atan a viejas versiones de ti mismo, permitiéndote evolucionar sin la carga del pasado.
Te das cuenta de que había más espacio, más lugar del que creías, como cuando ordenas un estante y de repente ves que aún queda espacio para nuevas historias.
Reconectas con lo antiguo y redescubres cosas que ni te acordabas que existían, como cuando encuentras fotos olvidadas en un cajón o notas de viejos proyectos que aún tienen algo para ofrecer.
Habilitas margen para maniobrar y experimentar más libre de obstáculos, como despejar el escritorio antes de empezar una nueva idea.
Pasas de la posición me rindo a la de voluntariamente renuncio a esto —y eso cambia todo.
Encuentras nuevos lugares para acomodar y eso te trae una imagen nueva de lo mismo, como reorganizar los muebles y descubrir que tu hogar tiene rincones que nunca habías notado.
Te das cuenta de que había más espacio, más lugar del que creías, como cuando ordenas un estante y de repente ves que aún queda espacio para nuevas historias.
🌀 El impacto en nuestros hijos cuando hacemos espacio
Modelas cómo dejar ir lo que ya no sirve y abrirse a lo nuevo, como cuando permites que tu hijo resuelva un problema a su manera en lugar de apresurarte a corregirlo.
Les enseñas que el error es solo una parte del proceso, no un destino final, como cuando dejas que el juego se extienda más allá de lo planeado, sin miedo al desorden o al caos momentáneo.
Les das permiso para explorar sin miedo al juicio, porque ven que tú también te atreves a experimentar, como cuando pruebas una receta nueva o empiezas un proyecto sin garantías de éxito.
Creas un ambiente donde las ideas pueden surgir sin presión, donde los silencios son fértiles y el tiempo se siente amplio, como cuando apagas las pantallas y permites que el aburrimiento se convierta en creatividad.
Les recuerdas que siempre hay más espacio para crecer, para imaginar y para ser ellos mismos, como cuando les das tiempo para resolver sus propios conflictos sin intervenir de inmediato.
Modelas cómo dejar ir lo que ya no sirve y abrirse a lo nuevo.
Les enseñas que el error es solo una parte del proceso, no un destino final.
Les das permiso para explorar sin miedo al juicio, porque ven que tú también te atreves a experimentar.
Creas un ambiente donde las ideas pueden surgir sin presión, donde los silencios son fértiles y el tiempo se siente amplio.
Les recuerdas que siempre hay más espacio para crecer, para imaginar y para ser ellos mismos.
Y así, lo que comienza como un acto personal de expansión se convierte en un legado de libertad y posibilidad para la próxima generación.
Y con cada pequeño acto de hacer espacio, se fortalece nuestra resiliencia, se amplía nuestra capacidad para ver soluciones donde otros solo ven problemas, y se cultiva una modalidad de respuesta que nos hace más fuertes, más libres y más vivos.