Antes de enseñar, observa: el superpoder que transforma el aprendizaje
El error más común al enseñar
Muchas veces, la enseñanza comienza con una estructura, con la intención de transmitir conocimientos y aplicar técnicas que creemos efectivas. Sin embargo, esto puede llevarnos a intervenir demasiado pronto, sin darnos cuenta de que el niño ya posee estrategias propias para procesar la información. Antes de guiar, es necesario detenerse y observar.
Cómo usar la observación como estrategia de enseñanza
1. Observar sin intervenir
La tentación de corregir de inmediato es grande, pero resistirse a ella puede proporcionar información valiosa. Permitir que el niño actúe sin interrupciones revela patrones en su manera de resolver problemas y procesar información.
2. Identificar lo que ya funciona
Cada niño tiene métodos naturales de aprendizaje. Analizar en qué momentos está más receptivo y cómo soluciona desafíos en diferentes áreas permite aprovechar lo que ya hace bien como punto de partida.
3. Adaptar en lugar de imponer
En vez de esperar que encaje en un sistema predefinido, es más efectivo construir estrategias basadas en su manera única de aprender. Este enfoque reduce la frustración y potencia la motivación.
Por qué es importante
La observación no es solo un acto pasivo; es un proceso activo de interpretación y conexión.
Dato no es información. Un dato aislado no tiene significado hasta que se integra en un contexto. La observación permite convertir datos en conocimiento útil.
No existe una observación completamente objetiva. La percepción siempre pasa por un filtro, determinado por experiencias, expectativas y conocimientos previos. La calidad de este filtro afecta la manera en que se comprende el aprendizaje del niño.
La observación es una doble herramienta. No solo permite captar mejor la realidad, sino que también influye en cómo se estructura la enseñanza. Lo que se decide hacer con lo observado marca la diferencia entre un aprendizaje significativo y la simple acumulación de información.
El propósito como brújula. Observar no se trata solo de recopilar datos, sino de interpretar la información con una dirección clara: potenciar el aprendizaje de forma auténtica y efectiva.
El costo de no incorporar la observación como base del aprendizaje
Ignorar esta herramienta puede generar múltiples dificultades en la enseñanza. Aplicar estrategias que no se ajustan a la manera en que el niño aprende puede derivar en frustración, resistencia y pérdida de interés. También implica perder información clave sobre sus fortalezas y desafíos, desconectando el aprendizaje de su experiencia cotidiana.
Por el contrario, integrar la observación desde el inicio permite diseñar estrategias personalizadas, reducir la resistencia, potenciar la motivación y fortalecer la conexión entre enseñanza y desarrollo personal.
Un enfoque respaldado por la ciencia
Numerosos estudios y enfoques pedagógicos destacan la importancia de la observación como herramienta central en el aprendizaje:
Lev Vygotsky y la Zona de Desarrollo Próximo → Permite identificar el momento adecuado para introducir nuevos conceptos.
María Montessori → Enfatiza la educación basada en la observación y el respeto por los ritmos individuales de cada niño.
Reuven Feuerstein y la Mediación Cognitiva → Destaca la importancia de comprender los procesos de pensamiento del niño antes de intervenir con enseñanza directa.
Para reflexionar
Observar no significa solo mirar; implica interpretar, ajustar y construir sobre lo que ya existe. Quizás la pregunta más importante no sea “¿cómo enseño esto?”, sino “¿cómo ya lo está aprendiendo?”.
Dedicar un tiempo a observar sin intervenir puede abrir nuevas posibilidades y transformar la forma en que acompañamos el aprendizaje.